sábado, 25 de octubre de 2014

EL CHEF SUMITO ESTEVES

YO, EL SUBVERSIVO

por Sumito Estévez

(Sumito Estévez Singh es un chef, escritor, empresario, educador y
personalidad televisiva venezolana. Nacido el 22 de octubre de 1965 en
Caracas, es uno de los cocineros venezolanos más reconocidos tanto en
Venezuela como el exterior, y uno de los venezolanos de mayor renombre
en general. Junto al también chef, Héctor Romero, Estévez fundó del
Instituto Culinario de Caracas, y tiene intereses en establecimientos
comerciales tanto en esa ciudad como en el exterior.)

Convencer a una persona hermosa de que no sirve para nada, toma golpes
pero es posible. Esposas minimizadas a fuerza de decirles “yo me
encargo, tú de eso no sabes”, niños humillados por la risa de un padre
que en público dice “estas cosas que tiene este muchacho”, empleados
que perdieron la llama de la pasión a fuerza de jefes que nunca
voltearon a escucharlos. Golpe a golpe, poco a poco, perforando con
sadismo los sueños, hasta lograr que una mujer se convenza que es fea
y bruta, que un niño se convenza que la espontaneidad que la
Providencia le regaló es un peso, que un empleado sienta que su
espacio en la vida es ser empleado para siempre. Golpe a golpe hasta
que terminemos por creer que genéticamente somos un defecto.

Convencer a una persona de su potencial, toma versos pero es posible.
Esposas a las que les has hecho entender que son "tus socias" y que
jamás tomarías una decisión si no es concertada y discutida, niños que
bailan pésimo pero igual los acompañas a las clases de ballet para que
entiendan que es válido probar cualquier decisión, empleados a los que
empujas a contribuir con sus ideas. Verso a verso, poco a poco,
rasgando con suavidad sus miedos para alumbrar sus virtudes, hasta
lograr que una mujer sea una igual, que un niño sea el hombre del
mañana que logró descubrir cual era su talento, que un empleado sea
empleador. Verso a verso hasta que nos convenzamos que somos gente
hermosa. Que nadie nace malo.

A todo el mundo se le caen las cosas. Todo el mundo quiebra algo en
algún momento. Recálcale a una persona todos los días que es torpe, y
cuando se le caigan las cosas pensará que era inevitable. Dile que lo
que hace tiene valía, y cuando se le caigan las cosas querrá
repararlas. Esa es la diferencia crucial entre golpe y verso.

Las comunidades, los países, son muy parecidos a las mujeres golpeadas
desde la palabra y desde el puño, cuyos maridos las han convertido en
una nada con moretones en el alma que se ven feas en el espejo, y que
hace rato dejaron de intentar hacer cosas porque las convencieron que
todo lo que hacen está mal. Dile a una comunidad que su cultura es
basura, y golpe a golpe dejará de cantar. No aplaudas a una comunidad
cuando quiere danzar y con el tiempo no le quedarán ganas de celebrar.
No apoyes organizando, si estaba en tus manos, un concurso de pintura
en tu comunidad; y con el tiempo ni la fachada de las casas estarán
pintadas. Dile a un país que no tiene capacidad para ser gentil, y
tarde o temprano terminará por pensar que es algo genético. Golpe a
golpe. Indiferencia a indiferencia. Prioridad a prioridad, hasta que,
parafraseando a Horacio Guarany en voz de tantos, calle la luna porque
han callado los cantores.

Dile a un país cada minuto, cada tuit, cada conversación, que nada
sirve y terminarás por convencerlo, hasta que derrotado se vea en el
espejo con su morados y en vez de acusar a quien lo golpeó, afirme que
no servimos.

Porque estoy cansado de que me digan que el país o yo o mi comunidad o
mis vecinos, no servimos para nada es que juego cada instante el juego
de trabajar con la comunidad, a la que pertenezco, de la que soy
parte, para que juntos mostremos con orgullo lo que somos como
cultura. Es mi forma de subversión. Es la que encontré.

Soy subversivo porque ayudo a organizar festivales y concursos de
recetas populares para que la gente sepa que es garante de un tesoro
que todos respetamos. Soy subversivo con mis fotos en Instagram de las
miles de caras de artesanos populares que hacen cosas en el país,
porque es mi manera de mostrar lo lejos que estamos de una derrota.
Soy subversivo documentando todo lo que pueda porque es la palabra
escrita la que garantizará continuidad. Soy subversivo desde mi
chauvinismo desmesurado porque ha sido la manera de entender que no
soy espectador sino socio.

Venezuela es un país realmente hermoso. Nadie plantea voltear la
mirada frívolamente cuando es obvio que las cosas van mal, que es
imperdonable que unos pocos desde las armas, la corrupción y el
uniforme nos hayan llevado al borde de lo invivible; pero no será
golpe a golpe que podremos resolverlo, porque nadie que se siente
menos, feo, derrotado, puede levantar su voz de oprimido.

¡Verso a verso! ¡Canto a canto! ¡Baile a baile! ¡Pincelada a
pincelada! ¡Fogón a fogón! Hasta que nos veamos al espejo bonitos como
somos y sepamos que merecemos algo mejor. Acompañando con aplausos a

quien cree y crea un mundo posible.

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